Vidas

Publicado en por Loreto Sesma

A lo mejor debería empezar a preguntarme por qué no soy la chica a la que le cogerías la mano en un paso de cebra,
la que presentarías a tus padres,
la que te follarías en cualquier portal y cuidarías cada mañana en tu cocina.
A la que prepararías lo único que sabes cocinar
e irías a buscar a la salida del trabajo.
La chica de la que hablarías a tus amigos y les dirías lo increíble que es,
lo guapa que está cuando se quita el vestido después de una fiesta
y se pone esa camiseta ancha que tanto le gusta.
Aquella a la que mirarías como si fuera una niña,
y amarías como a una mujer.
Aquella que dejaría mal a las estrellas
del brillo que tienen sus ojos.
Esa chica que te hace dudar de todo,
porque ella es lo único que tienes claro.
Debería empezar a preguntarme
Por qué no me coges de la cadera en mitad de Gran Vía
y no me luces como si fuera tu mejor tesoro robado.
Por qué no me mandas mensajes a las seis de la mañana
cuando vuelves hecho mierda de una fiesta de mierda.
Y me pides que sonría,
no porque esté más o menos guapa,
sino porque parezco menos complicada.
Debería empezar a preguntarme, también,
por qué no quieres resolver la ecuación que tengo entre caderas,
que mi enunciado es muy simple
y mi solución no es más que un par de caricias de más.
Que no pido que me quieran mucho,
sólo que me quieran bien.
Y parece que me dices que mi problema es
que voy de femme fatale a la que le han roto los esquemas,
que los encandilo con copa en mano
porque no tengo suficientes piernas, ni belleza, ni cojones
para hacerlo de otra manera.
Qué esquemas me van a romper
si es a mí a la que rompen entera.
Que ya sé que no tengo curvas de infarto,
Ni piernas de taquicardia,
No soy una chica de esas
Que las ves pasar y piensas:
¿Quién besará esos labios?
Mi ombligo no es la tierra prometida,
Ni mis caderas el paraíso de nadie.
No soy el salvavidas
Ni la salida de emergencia de alguien.
Y tú, que traías contigo la primavera en tus ojos,
el verano entre tus piernas,
Invierno en tus palabras
Y el otoño en tus pestañas.
Permíteme pedir un deseo.
Un deseo que me salve de este fraseo injusto que me está llevando a la ruina.
Que yo ya perdí mi tiempo estrellando besos en tu boca 
y siempre fue poca para ti mi saliva,
Así que desgastabas tu lengua lamiendo los huesos de alguna perra
que encontrabas en esa jauría de poetas.
Imbécil que has desaprovechado unos labios como estos.
Tengo andares de insegura,
Mente de insegura,
Sonrisa de insegura,
Porque tú me hiciste creer que era así.
Hasta que un día descubrí que de una sonrisa también salen balas,
que tu boca nunca más sería la víctima de mis disparos.
Que tenía que quererme yo antes de cualquier capullo que,
sin reparos,
me había obligado a olvidarme.
Me di cuenta de que tengo siete vidas,
y que, habiendo gastado seis en intentar enamorarte,
Gastaría la última
únicamente
en
olvidarte.

Loreto Sesma

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